jueves, 5 de junio de 2008

ANTONIO JOSE DE SUCRE Y EL LIBERTADOR BOLIVAR

ANTONIO JOSE DE SUCRE Y EL LIBERTADOR BOLIVAR
Por: Rafael Jesús de la Morena Santana
Una de las cualidades de Simón Bolívar, El Libertador, fue saber rodearse de hombres capaces que llevarían adelante las actividades gubernativas y militares.
El mayor acierto lo tuvo al seleccionar como jefe del Ejército Unido a un soldado excepcional, un estratega cuyas hazañas le elevan a la altura de Aníbal, César y Napoleón, ese coloso fue el General Antonio José de Sucre.
Nacido en Cumaná, Venezuela, el 3 de febrero de 1795, hijo de don Vicente de Sucre y doña Manuela de Alcalá. Sus antepasados fueron altos oficiales del Ejército del Rey con largas hojas de servicios en los diferentes cuerpos de los afamados tercios españoles, por lo tanto el padre le inculcó la idea de seguir la carrera de las armas.
El muchacho tenía vocación por los combates y soñaba con realizar hechos similares a los de los grandes capitanes que él conocía en los libros. Recibió instrucción militar y en la Universidad de Caracas estudió ingeniería con profesores de vasta experiencia en los campos de batalla de medio mundo.
Pero el joven también leía a los pensadores del siglo XVIII, los enciclopedistas, Rousseau, Voltaire, y se convirtió en un entusiasta de la Revolución Francesa.
Así, al comenzar la revolución en Venezuela, Sucre fue de los primeros en incorporarse a la lucha, pero no lo hizo solo, sino que la familia en pleno se unió al movimiento emancipador, listos a cumplir con el deber hasta las últimas consecuencias.
Pronto fue ascendido por la bravura en los días de batalla, en 1812 ya era Comandante de Artillería, y por sus dotes de mando, inteligencia y conocimientos formó parte del Estado Mayor de Francisco de Miranda, verdadera escuela del arte militar al estilo europeo en la que se destacó como aventajado estudiante.
Tras la capitulación del Precursor, Sucre emigró a la antillas inglesas, pero en 1813 regresó con la expedición de Santiago Mariño y participó en la campaña que liberó a la región oriental de la patria, al frente del Batallón Zapadores.
Se destacó en la toma de Maturín y en la defensa de esta plaza al ser sitiada por los realistas. Combate en las acciones de Pilones, Bocachica, El Arao y Carabobo.
En 1815 formó parte del Cuerpo de Ingenieros en la defensa de la ciudad de Cartagena de Indias, en la Nueva Granada. A los 116 días de resistencia fue necesario retirarse; Sucre cooperó en la dura evacuación y luego se dirigió a Haití.
Persistió en el empeño y al intentar volver naufragó, entonces lo recogieron unos pescadores: constituyó una suerte para los patriotas, el león se alistó de nuevo en la liza.
Convertido en hábil jinete y maestro del manejo de la espada y la lanza, hizo gala de valor en las difíciles campañas de 1816 y 1817, además, era un artífice a la hora de salvar fuerzas patriotas batiéndose en retirada con orden y serenidad. Nunca desalentado, peleó constantemente y fue ascendido a General de Brigada en 1819.
Bolívar, seguro de las virtudes de Sucre, le llamó al Cuartel General Libertador en Apure, le nombró Jefe del Estado Mayor y ministro de Guerra.
Encargado de las negociaciones con los españoles, logró la firma de un armisticio y del Tratado de Regularización de la Guerra de 1820, por lo que fue felicitado por el Líder de la Independencia.
Su siguiente misión fue la de reconstruir el Ejército de Pasto, eslabón en la estrategia para incorporar Quito a la Gran Colombia. Fue por mar a Guayaquil, se aprestó desde allí a pisar la tierra de los volcanes y a dominar los Andes.
Era el Jefe de las Tropas auxiliares de Colombia, reclutó refuerzos con los ecuatorianos y venció en Yaguachi.
En combinación con Bolívar, comenzó los movimientos de la ofensiva que debía llevar a la liberación del Ecuador, tramontó la cordillera, capturó la Ciudad de Riobamba sobre la marcha, atravesó valles, barrancos, torrentes y ventisqueros y el 24 de mayo de 1822 se situó a las puertas de la capital.
Desde Quito, los españoles y el pueblo contemplaron los estandartes republicanos ondear al viento en las faldas del majestuoso volcán de Pichincha.
El enemigo no soportó esa visión y se arrojó al encuentro del Ejército Libertador. Sucre les esperaba entre los peñascos, invocó a Bolívar, numen tutelar de la guerra contra el extranjero, y el estruendo de la batalla estremeció la montaña.
Pasaban ya de las dos horas de lucha cuando Sucre dio el golpe de gracia. Envió a Córdova, jefe de la vanguardia, a embestir el centro ibérico, el ímpetu criollo agotó las formaciones rivales que cedieron. El enemigo declaró su derrota. Fue la gran victoria de Pichincha.
Sucre no se detuvo, sino se dedicó a despejar de guerrillas realistas el país; en diciembre, por el nudo de Pasto, venció en Tamdala y Yancuanquer. El año 1823 le amaneció de embajador en Perú, donde el gobierno le dio el cargo de General en Jefe del Ejército Unido.
Combatió en el sitio de El Callao y por mar fue al sur, guió a las tropas por el desierto de Atacama y ocupó Arequipa. De regreso en Lima se entrevistó con Bolívar y juntos trazaron los planes de 1824.
Listo a ejecutar lo convenido, el héroe de Pichincha estableció sus cuarteles en Yungay, en las montañas, reorganizó, equipó y entrenó el ejército.
Al conocer la pérdida de Lima y El Callao, voló a la costa, recogió guarniciones, coordinó operaciones con la escuadra del Pacífico e inundó de guerrillas la región. Sin desmayo trabajó para fortalecer sus fuerzas y en junio se dispuso a emprender la campaña decisiva.
Bajo el comando conjunto de Bolívar y Sucre, el Ejército Unido buscó a los realistas en las cordilleras, el encuentro se produjo cerca del lago de los Reyes, al pie del Cerro de Pasco.
El Libertador tomó la caballería, chocó con la española que en el Perú había sido incontrastable y la destruyó. Canterac, jefe de los hispanos, huye al ver el estrago que le ha causado el rayo que Sucre puso en las manos del Padre de Colombia, para inmortalizar la llanura de Junín.
Los españoles eran tenaces, se hicieron fuertes en inexpugnables reductos andinos. A Sucre le tocó asegurar las comunicaciones y abastecimientos a largas distancias de sus bases, crear un eficaz sistema de espionaje para determinar las posiciones y próximos movimientos de un enemigo que pretendía pasar a la contraofensiva. Acantonó las tropas en la cuenca del Apurimac y desde allí desplazó a las fogueadas huestes rumbo a la gloria.
La invasión del territorio realista sería difícil, los Andes, magníficos, oponen a los contendientes el rigor de su relieve espectacular, hay que superar quebradas, torrentes, páramos, valles, el frío de las alturas, precipicios, desfiladeros, es una guerra de movimientos, de desgaste.
Sucre recibió un mensaje de Bolívar, que se encontraba en Lima asegurando la Revolución: hay que dar una batalla decisiva. Sirven estas palabras de acicate, la oportunidad no se hace esperar.
Sucre maniobró con maestría, acampó los regimientos cerca del poblado de Quinua, a dos 650 metros sobre el nivel del mar, en el lugar que había escogido para batir al enemigo, la altiplanicie de Ayacucho.
Recorrió las diferentes unidades, arenga a cada una y situándose en el punto central frente a la línea patriota expresó, exaltado: '!Soldados!, de los esfuerzos de hoy, pende la suerte de la América del Sur'. Señaló con el brazo al Cunduncurqui y exclamó: '¡Otro día de gloria va a coronar vuestra admirable constancia!
Tenía solo 5. 800 soldados frente a los 9.310 realistas, pero creó una estrategia magistral: utilizó la combativa división colombiana capitaneada por José María Córdova como fuerza volante que le permitió superar al enemigo en cada una de las fracciones en que se dividía la batalla.
Córdova, con la espada en alto, atronó el aire con la sublime orden de combate: 'Colombianos, armas a discreción, de frente, paso de vencedores'.
La división entera, cual vendaval, corrió al encuentro del destino. Derribaban cuanto se les oponía, llegaron a la falda del Cunduncurqui y subieron la cuesta, la avalancha patriota, dispersó las columnas. Los lauros quedaron por los sudamericanos.
Ese 9 de diciembre de 1824, el triunfo definitivo ha sonreído a la causa sagrada de la independencia. Sucre escribió de inmediato una carta a Simón Bolívar:'contiene la noticia de una gran victoria, y la libertad del Perú. Por premio para mí pido que usted me conserve su amistad...'
Ayacucho fue para Sucre instante sobresaliente de una carrera político-militar admirable, dramática y emocionante. Bolívar le nombró Gran Mariscal y Libertador del Perú, le obsequió su espada más preciada y le colmó de honores.
En la cumbre de los Andes, el caballero invicto de las batallas, había cruzado las puertas de la leyenda.
Rafael Jesús de la Morena Santana es especialista del Ministerio cubano de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente en la provincia de La Habana.

Antonio José de Sucre y Alcalá

Antonio José de Sucre y Alcalá, conocido como el Gran Mariscal de Ayacucho (3 de febrero de 1795,Cumaná, Estado Sucre, Venezuela - 4 de junio de 1830, La Unión, Nariño, Colombia), fue un político y militar venezolano, prócer de la independencia así como presidente de Bolivia y Perú. General en Jefe del Ejército de Venezuela, Colombia y Ecuador y Comandante del Ejército del Sur. Era hijo de una familia acomodada de tradición militar, siendo su padre Coronel del Ejército realista.

viernes, 29 de febrero de 2008

Frente Antonio José de Sucre

ORGANIZACIÓN Cumplirán tareas similares a las del Frente Francisco de Miranda
En abril nacerán dos nuevos frentes de trabajadores sociales voluntarios
El Frente José Félix Ribas y el Frente Antonio José de Sucre son las organizaciones cuyo nacimiento anunció el presidente Chávez este 29 de febrero. Estarán integrados por los estudiantes que forman parte de las misiones Ribas y Sucre, orientadas a la formación en educación media y superior, respectivamente
Dos nuevas organizaciones de lucha social iniciarán su trabajo voluntario el próximo mes de abril, según lo informó este viernes 29 de febrero el presidente Hugo Chávez. El anuncio fue hecho durante el acto de graduación de la VI promoción de bachilleres integrales de la Misión Ribas y lanzamiento de la Misión Ribas Técnica, en el Teatro Teresa Carreño. Al conversar con los asistentes a la ceremonia el jefe de Estado solicitó la conformación de un frente que se denominará José Félix Ribas, constituido por los vencedores y vencedoras de la misión. En tal sentido sugirió el próximo 18 de abril como fecha para el nacimiento de la nueva organización de trabajadores sociales voluntarios. A su juicio este frente viene a ser un nuevo actor político revolucionario para la batalla, dentro y fuera de las fronteras venezolanas. Que sea capaz de asumir múltiples tareas y compromisos, sin importar su magnitud. Para el presidente Chávez el lanzamiento del Frente José Félix Ribas se hará con un acto donde la organización asuma tareas y responsabilidades revolucionarias específicas, con objetivos trazados en tiempo y espacio. De igual forma expresó que para el 25 de abril está previsto el lanzamiento del Frente Antonio José de Sucre, el cual reunirá a los estudiantes de la misión que también lleva el nombre del Gran Mariscal de Ayacucho. Ambos organizaciones vienen a complementar y fortalecer el trabajo que ha desarrollado el Frente Francisco de Miranda, como instrumento de apoyo a las misiones y programas impulsados por el Gobierno Revolucionario, en beneficio de las clases más humildes.
PRENSA PRESIDENCIAL/José Manuel Blanco Díaz